CUERPOS INVISIBLES del HOMBRE de ANNIE BESANT








ANNIE BESANT – Londres 1847-1933 Adyar


CUERPOS INVISIBLES del HOMBRE

El hombre posee sentidos aún no desarrollados, por medio de los cuales puede apreciar modalidades de materia mucho más sutil, que la que nuestros sentidos ordinarios nos permiten percibir. No podremos exponer más claramente la naturaleza de esos sutiles sentidos, hasta que hayamos descrito los cuerpos superiores del hombre. Una de las mayores dificultades con que tropezamos al tratar de exponer las enseñanzas de la Teosofía, consiste en la estrecha unión e íntimo enlace que relaciona entre sí y con el conjunto todas las partes del sistema, de forma que, ensamblándose tan bellamente, resulta muchas veces imposible el explicar una de sus partes sin sacar a relucir casi todas las otras. De igual manera, no hay posibilidad de decir cuán fuerte es la evidencia de una enseñanza particular, hasta que se alcanza el conocimiento del sistema completo.

Además de la materia que a nuestro alrededor percibimos; además de la materia que no somos capaces de ver, pero cuya presencia nos atestigua la ciencia, como los diversos gases y el éter por ejemplo, existen muchos otros linajes de materia que únicamente pueden percibirse por medio de nuestros más sutiles sentidos.

El Éter

Existen mundos enteros compuestos de esos grados de materia, más sutiles y delicados, que forman lo que llamamos planos superiores de la Naturaleza. No olvidéis que estamos hablando todavía de la materia por todos conocida; únicamente reconocemos una clase de materia, aun cuando puedan ser diferentes sus estados y condiciones. El éter de que nos habla la ciencia no es una substancia diferente de todas las demás substancias, sino más bien una condición de la materia. Así como podemos encontrar el hidrógeno en un estado gaseoso normal, o bien, sometiéndolo a suficiente presión y temperatura, en estado líquido y aun en sólido; de idéntica manera vemos que puede cambiar su estado y condición en opuesto sentido, pasando a otro más sutil, que llamamos estado etéreo. Así es, que, para nosotros, no es el éter una substancia distinta, sino cierta condición o estado de cualquier substancia, de forma que podemos hallar en estado etéreo oro o plata, litio o platino, o cualquiera de los llamados elementos químicos.

Cómo estudiar el ocultismo en la Naturaleza

El ocultismo afronta sus problemas desde un punto de vista diferente al que elige el hombre de ciencia; en vez de desenvolver y perfeccionar sus instrumentos y aparatos, cosa que la ciencia moderna ha venido haciendo con tan maravilloso éxito, el ocultismo labora por desarrollar al observador. Desenvuelve, por así decirlo, dentro del hombre otras facultades más delicadas que las normales, capacitándole para percibir esos objetos excesivamente diminutos, y de tal manera, penetra en el corazón de la Naturaleza, mucho más honda e íntimamente de lo que jamás pueda lograrlo instrumento alguno.

No imaginéis que haya nada de sobrenatural y misterioso en estas facultades superiores. Se trata sencillamente del apropiado desarrollo de poderes que ya el hombre posee y que cada cual actualizará a su debido tiempo; aun cuando algunos se han tomado especial trabajo por desarrollarlos, anticipándose al resto de los hombres.

Materia más sutil que la Física

Existen varias subdivisiones de la materia, a las cuales llamamos planos de la Naturaleza, entendiendo por tales, sencillamente, clasificaciones que hacemos de la materia, según el grado de su densidad. Toda la materia que conocéis, con el éter inclusive, la describiremos como materia del plano físico. Allende este plano, encontraremos otra clase de materia que llamaremos plano astral. Recordad, sin embargo, que se trata de la misma física, solamente que se encuentra mucho más sutilmente dividida. Aun llevaremos más adelante este proceso de subdivisión, para encontrar, en un grado de mayor refinamiento y sutileza, otra modalidad de materia, que hemos bautizado con el nombre de mental, por haber descubierto que la llamada mente del hombre, está formada de semejante tipo de materia. Todo esto os parecerá, sin duda, no poco sorprendente y extraño; no obstante, es una verdad basada en definidos experimentos de carácter científico.

Aún existen sucesivas modalidades de materia, más sutiles y elevadas cada vez; pero, por el momento, trataremos únicamente de las tres mencionadas: física, astral y mental. Procurad de que no os llame a engaño el uso de la palabra elevada. No creas, ni por un momento que nuestras investigaciones transciendan más allá de la tierra. Elevarse quiere decir tan sólo, en este género de investigación, penetrar en los hondones del ser, hasta sentir cada vez más delicados planos de materia; pero todos los cuales existen a nuestro alrededor, en cualquier momento y lugar, interpenetrándose unos con otros, lo mismo que el aire y el gas interpenetra al líquido, en el agua aireada. Así también existen entre todas las partículas físicas, otras partículas astrales, y entre éstas, otras mentales.

El Alma y el Cuerpo

Ahora, sin perder de vista esta idea, volvamos a examinar la constitución del hombre. El hombre se equivoca de medio a medio al suponer que tiene alma; lo exacto sería decir que es el alma.

Se han registrado centenares de casos en que el hombre se ha separado de su cuerpo físico, ya sea en trance, ya por la influencia de anestésicos, o bien en el sueño normal; y sin embargo, en semejantes circunstancias, lejos del cuerpo físico, y de su materia gris y reacciones químicas, el hombre puede todavía pensar, observar y recordar, lo mismo que cuando utiliza su cuerpo físico. Por lo tanto, es evidente que el hombre no es el cuerpo, puesto que puede existir con independencia del mismo. El cuerpo es solamente un instrumento de que se vale para sus propios fines.

Divino Origen del Hombre

Nuestras teorías referentes al hombre y a su origen, afirman que es esencialmente espíritu, una chispa de la Divina Hoguera. La chispa está individualizada en el inmenso océano de la divinidad por algo que podemos llamar el alma; o por mejor decir la llamamos alma, cuando está de tal manera individualizada. Llamamos cuerpo causal a lo que separa al hombre divino. Pero no es ahora ocasión para tratar de este asunto, puesto que únicamente nos proponemos hablar de los vehículos inferiores. El cuerpo causal es permanente, aun cuando gradualmente perfectible por evolución, mientras que los cuerpos mental, astral y físico, han de ser renovados a cada nueva encarnación del hombre.

El método para desarrollarse es atesorar experiencias

¿Por qué ha de cargar el hombre con sus varios cuerpos?, se nos preguntará. Porque tal es el método de evolución que le está designado; para que atesore experiencia, aprendiendo a responder a las impresiones del exterior. El hombre se vale de sus vehículos inferiores para poder recibir y responder a vibraciones de modalidad mucho más basta y fuerte que cuantas puedan encontrarse en su propio plano, más elevado.

Algunos estudiantes comprenden mucho mejor este asunto, considerándolo desde el punto de vista de las series de vibraciones. Pensad en lo siguiente: Toda impresión que nos viene del exterior, sea cual fuere, nos llega en forma de vibración. Vemos por las ondulaciones del éter y oímos por las ondas aéreas. ¿Qué nos revelarán, pues, las vibraciones de esas modalidades más sutiles de la materia, de las que os hemos estado hablando, y cómo seremos capaces de recibir su impresión? La respuesta es sencilla, pero de gran importancia. Por medio de tales vibraciones, podremos percibir la parte más excelsa de nuestro propio mundo, oculta generalmente para nosotros, y, para conseguirlo, hemos de aprender a utilizar esa materia más sutil que en nosotros existe, hemos de valernos de los sentidos de nuestros cuerpos más sutiles.

Cambios que ocurren en el cuerpo astral

El cuerpo astral es, en especial, el vehículo de la pasión, emoción y deseo del hombre, de forma que cuando le sacude alguna repentina oleada de gran emoción, se manifiesta por vibraciones excesivamente violentas de la materia astral. Suponed por un momento que estáis contemplando con la vista astral a un hombre que, desgraciadamente para él, haya perdido su aplomo y serenidad. En vez de percibir la expresión de disgusto que el cuerpo físico manifiesta, observaríais el notabilísimo cambio que se operaría en su cuerpo astral. Todo él se agitaría como impulsado por violenta vibración y, como el color es tan sólo un tipo vibratorio, aquel súbito cambio emotivo implicaría también un cambio del color del cuerpo astral. No pensamos cuán cerca estamos de la verdad cuando hablamos del oleaje de la pasión. Luego, a medida que el hombre se desacalora, su cuerpo astral recobra el aspecto y color acostumbrado, sin que eso deje de quedar una huella leve y permanente que el ojo adiestrado puede percibir. Lo mismo ocurre con toda guisa de emociones, buenas o malas. Cuando el hombre siente un gran impulso de emoción religiosa o de intenso afecto, se manifestarán ambos sentimientos por los cambios correspondientes de su cuerpo astral, y uno y otro dejarán, luego de apagados, sendas huellas, leves y constantes en el carácter del hombre.

Cambios del cuerpo mental

Cuando nos ponemos en relación con ese otro vehículo, de materia más sutil todavía, que llamamos cuerpo mental, nos encontramos que también éste vibra, si bien respondiendo a diferente género de impresiones. La emoción no puede nunca afectarle en lo más mínimo, porque aquí no hay albergue para pasiones ni emotividades, sino para el pensamiento. No es nada nuevo el hablar de vibraciones, que afectan al pensamiento. Todas las experiencias de telepatía y transmisión mental se basan en el hecho de que cada pensamiento engendra una vibración, transmisible por medio de una serie de partículas mentales, y que puede evocar una vibración semejante en el cuerpo mental de otro hombre.

Aún puede que existan algunos que no crean en la telepatía, puesto que no es fácil encontrar límites a la terquedad y obstinación humanas; pero en un asunto de que cada cual puede convencerse fácilmente y por sí mismo, la incredulidad no es sino signo evidente de indiferencia.

Formación del Carácter

Ya tenemos, pues, dos de los vehículos del hombre: el cuerpo astral vehículo de las sensaciones, y el cuerpo mental, instrumento del pensar. Ambos tienen sus posibilidades de perfección y desarrollo, puesto que en todos los planos existen diversos tipos de materia. El hombre puede tener un cuerpo astral relativamente ordinario, que responderá presto a las vibraciones bajas y no deseables; pero trabajándolo cuidadosamente, y adiestrándose en su manejo y dominio podría ir cambiando gradualmente su constitución, hasta que llegase a ser capaz de responder a ondulaciones emotivas de más exquisita especie. El cuerpo mental puede estar integrado, ya de substancia muy delicada y noble, o bien de materia mental más basta y ordinaria, y de lo uno o de lo otro dependerá que broten natural y espontáneamente los altos y nobles pensamientos, o bien suceda lo contrario. Pero también esto está en su mano, puesto que el hombre puede transformar a voluntad su cuerpo mental. Con ello, no solamente cambiará en gran manera su manera de ser y evolución, sino también la vida que le aguarda después de la muerte. Cuando se despoje de su cuerpo físico, aun conservará los otros dos, el astral y el mental, de cuya naturaleza dependerá en gran parte la felicidad de su existencia en aquel nuevo mundo (que no es sino parte del ya conocido), en que se encuentre. Recordad que estos problemas son para muchos de nosotros verdades experimentadas y no simples creencias.

Durante el sueño podemos visitar a los muertos

Hemos de llegar a comprender que los llamados muertos no nos han abandonado.

Se nos ha educado en complejas creencias donde cada defunción es a manera de un nuevo y maravilloso milagro; cuando el alma se aleja del cuerpo, se desvanece por así decirlo en un cielo allende las estrellas, sin que se nos haga la más mínima indicación respecto a los medios mecánicos del tránsito por los espacios aterradores que tales creencias implican.

Los procesos de la Naturaleza son sin duda algo sorprendente, maravilloso, y a menudo incomprensible para nosotros; pero nunca escapan a la razón y al sentido común. Cuando os despojáis del gabán al entrar en el zaguán de la casa, no por eso os evaporáis de repente, hacia la cumbre de alguna montaña lejana, continuáis, por el contrario, donde antes estabais, aun cuando haya cambiado vuestra apariencia exterior. Exactamente igual sucede cuando el hombre se despoja de su cuerpo físico: el hombre continúa donde estaba. Verdad es que ya no podéis verle, mas no por razón de que se haya remontado a lejanos lugares, sino porque el cuerpo de que entonces se vale, no es visible para vuestros ojos físicos.

Si este asunto os interesa, podéis encontrarlo expuesto con toda minuciosidad en la literatura teosófica.
Por ahora solamente nos interesa exponer que con el cuerpo físico podéis ver y palpar únicamente el cuerpo físico; mientras que con el cuerpo espiritual podéis ver y tocar las cosas del mundo espiritual o interior, y no echéis en olvido que en modo alguno se trata de otro mundo, sino sencillamente de la parte más sutil de este mismo mundo. Una vez más repito que hay otros mundos; pero ahora no nos referimos a ellos. Los muertos a quienes creéis alejados de vuestro lado, están en realidad con vosotros todavía. Cuando estáis a su lado, vosotros en el cuerpo físico y ellos en el vehículo espiritual, no tenéis conciencia de que se hallen presentes, porque no podéis verles; pero cuando dejáis al cuerpo físico sumido en sueño, estáis con ellos con plena y perfecta conciencia de su compañía, y entre vosotros existe la misma unión de que solíais disfrutar. Así es que sois felices durante el sueño, junto a los seres amados. Solamente en las horas de vigilia sentís la separación.

Desgraciadamente para casi todos nosotros, hay una rotura que separa la conciencia física, de la del cuerpo espiritual, de forma que aunque en éste podemos recordarnos perfectamente de aquél, no es poco menos que imposible trasladar a la conciencia diaria el recuerdo de lo que hace el alma durante el sueño. Si este recuerdo fuese perfecto, no existiría para nosotros la muerte. Pero si bien es verdad que tan sólo muy pocos poseen vista y memoria perfecta, son muchos los que pueden sentir la presencia de los seres amados, aun cuando no sean capaces de verlos, y otros muchos, que no gozan del perfecto recuerdo, se despiertan de un sueño con una sensación de paz y venturanza resultante de cuanto les acaba de ocurrir en el mundo superior.

Conocimiento Directo

Todo cuanto antecede, todas nuestras teorías, son resultado de experimentos personales y, al exponerlas, os ofrecemos el beneficio de nuestros muchos años de fatigoso estudio y tenaz esfuerzo. De aquí proviene nuestra firme y decidida adhesión a la gloriosa Teosofía que tanto bien nos hizo, al revelarnos tantas cosas, que, sin ella, nos hubieran parecido indescifrables misterios. Ella nos sostiene en los momentos de agonía y dificultades, explicándonos clara y razonablemente por qué sufrimos agonía, por qué padecemos dificultades y el bien que todo esto ha de producirnos al fin.

Una llamada a la razón

No aspiramos a buscar conversos, en el sentido vulgar de esta palabra. No padecemos la ilusión que tantas estimables personas ortodoxas sufren, de que a menos de creer lo que nosotros creemos, un porvenir infernal aguarda a los incrédulos. Sabemos perfectamente que todos lograrán la meta final de la humanidad, lo mismo si creen que si dudan de nuestras palabras.

Saber es Poder

El progreso de todos y cada uno de los hombres, es absolutamente cierto; pero cada cual puede hacerse fácil o dificultoso su propio camino. El que camina en la ignorancia y cegado por ella persigue motivos egoístas, hará dura y penosa su jornada. Nosotros hemos visto que esta filosofía nos ha sido útil, nos ha sostenido en nuestras dificultades, nos hizo llevadero y dulce soportar la vida, y sencillo y suave afrontar la muerte; por eso deseamos compartir con vosotros nuestro evangelio. No os pedimos la fe ciega; nos limitamos a presentaros nuestra filosofía y a brindaros que la estudiéis; porque tenemos la convicción de que si hacéis lo que nosotros, encontraréis nuestro propio hallazgo: descanso, paz y ayuda, junto con el poder que os capacite para servir de algo en el mundo.

Nuestra Búsqueda en pos de la Verdad

La Sociedad Teosófica se compone de estudiantes pertenecientes a cualquier religión del mundo, o a ninguna, unidos por el deseo de hacer desaparecer los antagonismos religiosos y unir a los hombres de buena voluntad, cualesquiera que fuesen sus opiniones, y por el propósito de estudiar las verdades religiosas y compartir con los demás el fruto de sus estudios. Su lazo de unión no es la profesión de una creencia común, sino la búsqueda y aspiración de todos por la verdad. Sustentan que la Verdad debe ser investigada con el estudio, la reflexión, la pureza de vida y la dedicación a los grandes ideales, y consideran que la Verdad es un premio del esfuerzo y no un dogma impuesto por autoridad. Consideran que la creencia deber ser el resultado del estudio e intuición individual en vez de ser su antecedente, fundamentándose en el conocimiento y no en la mera afirmación. Extienden a todos su tolerancia, aun a los intolerantes, no como privilegio a otorgar, sino como deber a cumplir, y procuran en lugar de castigar la ignorancia, hacerla desaparecer. Ven en cada Religión una expresión parcial de la Sabiduría Divina y prefieren su estudio a su condenación y su práctica a su proselitismo. Paz es su santo y seña; Verdad es su aspiración.

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Extraído https://oceanodeteosofia.com/a-besant










BIENAVENTURANZAS











El vapor de las secreciones glandulares es lo que comunica al hombre con sus mundos
internos, sirviéndole de puente sobre el abismo que separa la conciencia humana de la Conciencia Divina.

Jesús, el Cristo, nos dio el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas, como resultado de esa Iniciación; son frutos del equilibrio de la secreción interna.



“BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS”

* Esta primera facultad para la realización divina no comprende, por pobres de espíritu, los papanatas, los ignorantes o los bobos, sino aquellos que, por la Iniciación Interna y perfecto desarrollo, llegaron a estar llenos de Dios y ya no recorren las mezquinas ciencias humanas para encontrar el Reino de los Cielos.

* Como mendigo del espíritu, ya no busca a Dios fuera de sí, al contrario, se refugia en los mundos internos que los transportan a los mundos divinos, donde estará lleno conscientemente de Dios y, de ese modo, se conoce a sí mismo y a su Divinidad Interna.

* Los pobres de Espíritu son los que buscan la riqueza en Dios.


“BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE SERÁN CONSOLADOS”

Esta etapa indica la paciencia del Iniciado, desarrollado y adelantado en la senda de la Iniciación. Sufre al ver las ambiciones de la humanidad.

En tiempos pasados, no importaban nada a los hombres los dolores ajenos y, hasta en nuestro tiempo, la mayor parte de la humanidad repite el adagio que dice: “Lloren todos los ojos, mientras que los míos no derramen una sola lágrima”.

Antiguamente, el hombre curaba sus sufrimientos con ayuda exterior, aunque con esa cura sacrificase a sus hermanos. El Iniciado de hoy, a semejanza de Jesús, ya no piensa en sí y llora la desdicha ajena. El mismo dolor de los demás le lleva a buscar alivio y remedio para ellos.

Todos los seres nacen dentro del Espíritu universal. Cada cual es una célula del cuerpo del Cosmos y, cuando enferma el órgano, la Divinidad va eliminando el mal, para conservar el órgano, y no el órgano, para eliminar el mal.

Plenos de Dios son los que llegaron, con el desarrollo, al estado de trabajar para que todos los hombres sean hijos de un solo Padre. Ese trabajo les cuesta llantos por los sufrimientos de la humanidad, pero, tarde o temprano, recibirán consuelo.


BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, PORQUE ELLOS POSEERÁN LA TIERRA.

Esa es la etapa de la absoluta confianza en Dios y completa sumisión a su voluntad.

La mansedumbre no es apatía, ni la servil actitud de los hipócritas. Ser manso es ser digno y tranquilo en sus motivaciones en el cumplimiento de su misión en la tierra.

Con el equilibrio interno, toma el Iniciado el gobierno de su mundo de deseos y alcanza, por sí mismo, la meta de la evolución. Entonces, puede cumplir su misión divina en la tierra. Será un Cristo lleno de Dios, templando y armonizando sus deseos. A cambio, recibirá la tierra un cuerpo perfecto con mente perfecta y dirá con Pablo: “Todas las cosas concurren para el bien de los que aman a Dios”.

Estas tres bienaventuranzas revelan cómo el Iniciado lleva a la evolución su cuerpo físico, etéreo y astral hasta dejarlos convertidos en instrumentos obedientes del Intimo que actúa en el hombre como sensación, comprensión y consciencia.


Llegado el hombre a ese grado de evolución, el Yo Soy, en el cuerpo físico pleno de Dios, manifiesta en el mundo el amor fraterno:

“BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS SERÁN SACIADOS”

Esta es la cuarta manifestación del Reino de los Cielos. Cuando el Iniciado, por el impulso Crístico en él, llega a sentir y aplacar la sed y el hambre de justicia del espíritu, entonces, estará harto de comprensión y reinará armonía en todos sus actos, armonía con las leyes naturales y espirituales. Allí se le despierta la razón de que todos los seres humanos tienen parentesco entre sí.

Hambre y sed de justicia son la manifestación de Dios en la razón del hombre.


“BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS TENDRÁN MISERICORDIA”

El misericordioso es aquel que, después de sentir la sed de justicia del Reino Divino, siente la Unidad con todos los seres y se convierte en sabio tolerante, por la posesión de la caridad y de la comprensión. Desaparece de su corazón la crítica mordaz; ama a todos los seres, y sus acciones convergen solamente para trabajar en el plano de la evolución y la perfección. Su desarrollo interno le otorga la sabiduría que le revelará que todos los seres son su propio ser, todos los cuerpos son su propio cuerpo y todas las almas, su propia alma. Entonces estará pleno de Dios, desaparecen de su corazón las ambiciones, el egoísmo y las guerras y, como consecuencia, el reino del amor sobrevivirá a su persona, para reinar después en el mundo.


“BIENAVENTURADOS LOS PUROS DE CORAZÓN, PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS”

Plenos de Dios son aquellos cuyas secreciones son perfectas y equilibradoras, porque la sangre (vehículos del Intimo) penetra en el corazón siempre puro y limpio, cuando el funcionamiento de las glándulas sigue las leyes de la armonía; entonces el hombre puede reconocer y ver a Dios en sí mismo.
Todas las cosas son puras para los limpios de corazón, porque la pureza es como luz que ilumina las tinieblas internas y nos pone, frente a frente, ante Dios, y quien ve a Dios en su corazón, lo ve en todas las cosas


“BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES, PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS”

Porque harán descender al mundo físico el espíritu divino y traerán paz y armonía a todo ser.

El pacificador es aquel ser que percibe la verdad en todas las religiones, sistemas, partidos y trata de armonizar todas las divergencias entre uno y otro, como el hábil músico que arranca notas armoniosas de un instrumento, para componer el himno a la verdad. El pacificador ve la Unidad en la diversidad.


“BIENAVENTURADOS SERÉIS CUANDO OS VITUPERAREN Y PERSIGUIEREN Y DIJEREN, DE VOS, TODO MAL POR MI CAUSA. GOZAD Y ALEGRAOS, PORQUE SERÁ GRANDE VUESTRA RECOMPENSA EN LOS CIELOS”

Ahora, debemos comprender que todo lo que se da en la tierra y en el cuerpo físico debe sufrir, al principio, oposición. Todo impulso de la Verdad no puede triunfar de golpe en la evolución, porque los residuos de la ignorancia, de la duda, ponen resistencia y le causan sufrimiento. Serán perseguidos, vituperados por los que se aferren a las viejas prácticas; pero, el Iniciado debe mantenerse unido al Íntimo para poder realizar, como Dios, la expresión del Amor en el equilibrio

Y ese es el misterio del Octonario, cuando el Iniciado equilibra sus secreciones glandulares o cuando, por la aspiración, respiración o meditación en esos centros equilibradores, activa los átomos divinos que moran en ellos y, por medio de ellos, llega al desarrollo impersonal de la individualidad, característica de todos los verdaderos Iniciados.

Ese desarrollo consiste en el equilibrio. Y el equilibrio consiste en el sacrificio personal, que es pensar, hablar y actuar como la consciencia divina, en vez de dar a conocer lo exterior, respetando la apariencia.

Las secreciones internas del profano siempre sufren desarmonía, dadas sus aspiraciones y malos deseos; le llevan muchas veces al error y hasta al crimen; porque, según la ciencia espiritual, todo criminal es un ser enfermo y ya vimos que la deficiencia o exageración de las secreciones glandulares conducen al hombre a muchos vicios y defectos.

El Iniciado cuyas aspiraciones, respiración y pensamientos son puros, perfectos y fuertes, armonizan sus glándulas y equilibran las secreciones que le inspiran fe, justicia, amor, mansedumbre, paz, etc.

Cuando el sabio dijo: “El hombre será tal como él piensa en su corazón”, quiso explicar que todo pensamiento, emoción o deseo influye en las glándulas endocrinas. Si fuere negativo el pensamiento, de manera antiarmónica influye en las secreciones internas; pero, si es positivo, las equilibra.

Todo aspirante puede estudiar eso en el ambiente en que vive; en el colérico, en el envidioso, en el ambicioso, en el libertino, en el rencoroso, etc., y podrá verificar cuánto pueden esas emociones y pensamientos desequilibrar el funcionamiento de las armonías de esos sujetos y después agotar y aniquilar el cuerpo.

Sucede lo inverso con el Iniciado que desarrolló pensamientos de paz, amor, fe, altruismo, etc. Vive siempre radiante de alegría y energía y su presencia es una bendición de Dios en su ambiente.


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