ENCUENTRO CON UNA SANTA de DAN MILLMAN

 





Nos sentamos juntos, la montaña y yo, hasta que sólo está la montaña

Durante años, por razones de salud y placer, con frecuencia he ido de escalada a las montañas cercanas a mi casa – a través de los estrechos caminos repletos de cervatillos y hacia las vertientes forestales pobladas de robles, pinos y frutales – merodeando por donde el impulso me llevase entre de las montañas, dirección a la costa.

En una de aquellas ocasiones, hace algunos años, cuando mi familia había salido durante un largo fin de semana, me levanté antes del amanecer y partí sin plan alguno exceptuando escalar a mis anchas y explorar nuevos territorios. Las montañas, con no más de dos mil pies de altura, tenían suficientes subidas y bajadas para perder de vista la civilización, dando una sensación de misterio y soledad cuando me imaginaba a mí mismo a cien millas de cualquier parte.

Las sinuosas colinas eran un reflejo de los picos y los valles de mi propia vida interior. Por aquel entonces, me sentía perdido en un valle repleto de sombras de duda. Mi vida se había convertido en una mera rutina ordinaria. Por esta razón, aquella mañana me había llevado a las montañas un indescriptible deseo de emoción, de perspicacia, de cambio. Pronto iba a descubrir por mí mismo la verdad del dicho: "Ten cuidado con lo que deseas; te podría ser concedido."

Aquella mañana las nubes bajas de la costa se habían desplazado hacía las montañas, y después de haber escalado cierta distancia me encontré en un pliegue entre laderas, rodeado por una niebla tan espesa que no podía ver más allá de unos pocos metros. El aire se volvió frío y quieto, y de repente perdí todo tipo de orientación. Al escuchar un riachuelo atrás, por debajo de mí, lo procuré ir manteniendo detrás, confiando así poder escapar del territorio de aquel valle.

Pronto llegué a una llanura acompañada de viejos robles justo por encima de un vertiginoso barranco. Me había, por accidente, aproximado a aquella llanura desde el único ángulo posible – un camino estrecho entre unas paredes rocosas. Mientras escalaba una de aquellas rocas enormes, la niebla desapareció para mostrarme una pequeña cabaña justo delante de mí. Me aproximé y llamé suavemente a la puerta.

Para mi sorpresa, una voz potente y de inesperada calidez contestó, como si fuera un invitado largamente esperado: "Adelante viajero, pasa!" Así que, zafándome del castigado camino de la vida, abrí la puerta y encontré a la santa, sentada tranquilamente, sonriéndome. Sin motivo alguno los pelos de los brazos se me erizaron.

Ella estaba sentada con una gracia felina, erecta pero relajada, balanceada sobre un cojín de hojas sobre el suelo. Estaba revestida con una túnica verde. Quizás se cree que está en Sherwood Forest, pensé.

Sus ojos cautivaron mi atención – ojos almendrados, de color avellana, que iluminados por los rayos del sol brillaban a través de una pequeña grieta en la pared – ojos puestos como joyas en una cara de brillante piel color oliva, coronada por un corto cabello marrón que no dejaba ningún claro signo de su edad, raza o cultura. Ella parecía estar envuelta por un brillante campo de energía, el cual yo supuse ser un mero reflejo de luz.

Comencé a sentirme extrañamente perdido, desorientado. De alguna forma perdí mi noción espacio-tiempo: ¿Estaba en una selva primitiva, una vertiente en la Inglaterra de Shakespeare, las tierras altas escocesas, o una montaña por encima de los Inmortales Chinos?

"Hacía mucho tiempo que no tenía una visita," dijo. "Estoy contenta de que hayas venido pues tengo mucho que compartir. Y necesito tu ayuda en una misión de suma importancia.".  ¿Estaría perdida? ¿Necesitaría un guía? Confundido pero intrigado simplemente dije, "De acuerdo, esto parece interesante." "Eso mismo creo yo," contestó. "Pero primero necesitarás un poco de entrenamiento – para prepararte." "¿Prepararme? Um, si va a llevarme más de un par de horas, no estoy seguro de tener tiempo."

"Tienes menos y más tiempo de lo que te imaginas," dijo – una respuesta extraña. Juzgando por su comportamiento extraño pero inocente, decidí seguirle el juego para ver donde conducía todo esto. Me hizo un gesto para que me sentara. "Ponte cómodo, viajero; sé por qué has venido y sé que has viajado lejos."

Estaba a punto de decirle que estábamos a una hora de mi casa; entonces sentí que no se refería a mi paseo matutino sino al tortuoso camino de mi vida.

De repente mi mente se vio abordada por una serie de innumerables imágenes e impresiones de muchos tiempos y culturas diferentes. Tenía la extraña sensación que de alguna manera estaban conectadas a ella. Entonces las dudas comenzaron a invadir mi mente: Seguro, pensé, que esta es una mujer solitaria y estoy buscando aquí una aventura donde no la hay. "¿Quién eres?" pregunté

"Un reflejo en un estanque tranquilo," dijo. "Un reflejo de la luna en una noche oscura, tan joven como el rocío de la mañana y tan vieja como la tierra. Todas las cosas están en mí, y yo estoy en todas las cosas. Más allá de aquí, viajero, no te lo puedo decir, ya que mi vida es tan misteriosa como la tuya. La única diferencia entre nosotros es que yo vivo en los brazos del Espíritu Santo, al cual tú te estás despertando."

Sin palabras al principio, finalmente pregunté, "¿Cómo te debería de llamar? ¿Tienes un nombre?" "¿Un nombre?" Parecía sorprendida. "He tenido tantos nombres que casi ni me acuerdo." "Bueno, ¿Cómo te llamas a ti misma?" "¡Rara vez me he llamado a mí misma!," respondió con una sonrisa. Y ahí quedó todo. "Bueno, ¿y de dónde vienes?"

"Me he aventurado entre el pasado y el futuro. Vivo en la eternidad del presente. Nos hemos encontrado el uno al otro una y otra vez. Yo he trabajado contigo en una vieja gasolinera y he caminado junto a ti través de la selva Hawaiana. He vivido en grandes ciudades. Me he sentado en altas cortes bajo arqueadas cúpulas lineadas de plata y oro. He conocido las comodidades de un hogar y la soledad de un monasterio en las montañas. He trabajado en sucios campos, he conocido el riesgo, la fortuna de las grandes compañías, y he sentido el frío latigazo de la pobreza. He caminado por debajo de constelaciones de estrellas como joyas, a través de sombras formadas por el reflejo de la luna. He recorrido los mares, he ganado y perdido fortunas, he conocido la salud y la enfermedad, el placer y el dolor. Y he encontrado tesoros que deslumbrarían tus ojos – piezas de seda luminosas, esmeraldas grandes como puños, y brillantes joyas de todos los colores – pero yo compartiría contigo el mayor tesoro de todos, un regalo que crece cuanto más se da y nunca pierde su lustro."

Mientras continuaba, su voz se fue convirtiendo en la voz de todos los habitantes del Planeta, cambiando como el viento, soplando a través de sucios pasillos de historia y a través de lugares de luz radiante. "La Magia está viva en el mundo, viajero. Yo voy a transmitirte los secretos de la alquimia." "¿Cómo convertir el plomo en oro?"

Sonrió. "Jugar con minerales es un simple juego de químicos. La alquimia de la que yo te hablo puede transmutar los elementos básicos de tu vida – los temores, la confusión, las preocupaciones, y las dificultades que encuentres – en el oro de la libertad y la claridad, el tesoro de la serenidad y la felicidad. Las leyes de la Espiritualidad, la Inteligencia Espiritual, eso compartiría." "¿Te refieres a la Espiritualidad – crees en Dios? ¿Tienes una religión?" pregunté.

Ella sonrió. "No es necesario que creas en el sol para deleitarte al calor de su luz matinal. Simplemente es obvio. Así es como yo conozco a Dios. Y referente a mi religión," prosiguió, mirando en la distancia como si estuviera recordando tiempos pasados, "me he sentado en los resplandecientes templos de los Israelitas y debajo de las gloriosas cúspides de las mezquitas del Islam; me he postrado en preciosas Catedrales y me he bañado en la luz del Cristianismo; me he sentado en los dulces vestíbulos y orado, he vivido como una shaman en las grandes llanuras Africanas, he meditado en los templos Budistas, y he inhalado el dulce aroma de incienso en los bancos del Ganges. Y en todos los lugares, en todas las religiones he encontrado el mismo Espíritu Santo – una Divina Voluntad que transciende el tiempo, las creencias, y la cultura – revelando las Leyes universales que forman parte del tesoro de Dios." "¿Me podrías decir algo más sobre estas leyes?" pregunté.

"Eso me propongo," contestó. "Dentro del misterio de la vida, el Universo se rige acorde a unas Leyes tan reales como la ley de la gravedad. Conectadas a la fábrica de la existencia, reflejando la inteligencia primitiva del Universo, la Inteligencia Espiritual, estas Leyes Espirituales dirigen la mecánica del Universo – los movimientos de las flores orientándose hacia el sol y las olas rompiendo en la costa. Ellas gobiernan el movimiento de la tierra, los ciclos, las estaciones, y las fuerzas de la naturaleza. Bajo su canción, incluso las Galaxias danzan."

Con un poco de polvera y un extraño sonido, una pequeña pila de ramas y hojas en un círculo de piedras prendió fuego, como si las llamas se hubieran encendido por sí mismas. "Merlín me enseñó esto," dijo, con ojos brillantes. Incluso en mi estado actual de fascinación, una parte escéptica de mí pensó, bueno, quizás sea Merlín, ¡o quizás un fluido muy inflamable! Entonces, mientras veíamos una fina capa de humo elevarse entre las paredes y atravesar el techo, ella continuó hablando:

"La Inteligencia Espiritual rige el orden innato e inteligente del universo. Trasciende conceptos, costumbres y creencias. Forma la base de la moralidad humana. Constante como el movimiento de los planetas, la Inteligencia Espiritual es aplicable no sólo a la mecánica de la Naturaleza, sino a todos los aspectos de la existencia. Te puede guiar a través de las profundidades y los problemas de tu vida de la misma manera que las estrellas y las brújulas guiaban a los antiguos marineros en sus cruzadas.

"Algunas de sus Leyes," añadió, "tienen especial relevancia en asuntos prácticos de la vida humana. Los libros y las enseñanzas religiosas tratan estas grandes verdades – principios simples y poderosos para encontrar nuestra paz interior en un mundo difícil. Aquellos que siguen las Leyes prosperan y encuentran plenitud; aquellos que las ignoran o las resisten se enfrentan a las consecuencias, que les instruirán en el camino hacia su despertar, para así un día poder encontrar paz a la luz del entendimiento supremo." "¿Dónde aprendiste estas leyes?" pregunté.

"Residen dentro de cada uno de nosotros como una gran recámara de sabiduría intuitiva. Y también son reveladas en todos los lugares del mundo natural." Entonces, levantándose rápida y grácilmente, caminó hacia la puerta y me invitó a seguirla. "Ven viajero; deja que las montañas sean tu aula de clase."

Me propuse aprender cualesquiera que fuesen las Leyes de lo que llamaba Inteligencia Espiritual – esos "tesoros" a los que se refería – para poder compartirlos con mis hijos, y quizás con otras personas que estuviesen interesadas. Pero aún no me había comenzado a percatar de su completo impacto, poder, y magia. A pesar de eso, supe que algo inusual se aproximaba cuando salí de la cabaña y me encontré a cuatro pasos de un plácido lago que no había visto antes.







INTELIGENCIA ESPIRITUAL de DAN MILLMAN








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