PRUEBA ESTO: VE CUÁNTOS MINUTOS PUEDES PERMANECER DESDICHADO/A





"Consume el cambio mediante el cambio" significa que, incluso si hay apego, no luches con él. Estate apegado, pero sé también un testigo. Deja que exista el apego; no luches con él. El tantra es un proceso sin lucha. ¡No luches! Vendrá la frustración, por supuesto, así que estate frustrado. Pero sé también un testigo... Entonces, mediante el apego, se consume el apego, y mediante la frustración, se consume la frustración.

Prueba esto cuando te sientas desdichado. Sé desdichado; no luches con ello. Prueba esto, es estupendo. Cuando haya desdicha y te sientas desdichado, cierra los ojos y sé desdichado. ¿Qué puedes hacer ahora? Eres desdichado, así que eres desdichado. Ahora sé totalmente desdichado. De pronto tomarás consciencia de la desdicha. Y si intentas cambiarla, nunca tomarás consciencia, porque tu esfuerzo, tu energía, tu consciencia, están dirigidos hacia el cambio, hacia cómo cambiar esta desdicha. Entonces empiezas a pensar en cómo llegó, y qué hacer ahora para cambiarla. Entonces te estás perdiendo una experiencia muy hermosa: la desdicha misma.

Ahora estás pensando en las causas y estás pensando en las consecuencias y estás pensando en el método para olvidarla, para trascenderla, y te estás perdiendo la desdicha misma, y la desdicha está ahí y eso puede ser liberador. No haga nada. No analices cómo apareció la desdicha; no pienses en qué consecuencias vendrán. Vendrán, así que ya lo verás luego. No hay prisa. Sé desdichado, simplemente desdichado, y no trates de cambiarlo.

Prueba esto: ve cuántos minutos puedes permanecer desdichado. Empezarás a reírte de todo ello, todo el asunto te parecerá estúpido, porque si eres totalmente desdichado, de pronto tu centro está más allá de la desdicha. Ese centro nunca puede ser desdichado, ¡eso es imposible! Si permaneces con la desdicha, la desdicha se vuelve el fondo y tu centro, que nunca puede ser desdichado, se sobrepone de pronto, y entonces eres desdichado y no eres desdichado: el "mismo no-mismo". Ahora estás consumiendo la desdicha mediante la desdicha. Esto es lo que se quiere decir. No estás haciendo nada; simplemente estás consumiendo la desdicha mediante la desdicha. La desdicha desaparecerá como desaparecen las nubes, y el cielo se abrirá y te estarás riendo, y no has hecho nada. Y no puedes hacer nada; todo lo que puedas hacer creará más confusión y más desdicha.

¿Quién ha creado la desdicha? Tú, y ahora estás intentando cambiarla. Empeorará. Tú eres el creador de la desdicha. Tú la has creado, tú eres la fuente, y ahora la fuente misma lo está intentando. ¿Qué puedes hacer? Ahora el paciente se está tratando a sí mismo, y él ha creado todo el asunto. Ahora está pensando en la cirugía. Esto es suicida. No hagas nada. El interior es muy profundo. Has intentado tantas veces parar la desdicha, parar la depresión, parar esto y aquello, y no ha pasado nada. Ahora prueba esto: no hagas nada; deja que la desdicha esté ahí en su totalidad. Deja que suceda en toda su intensidad y permanece sin hacer nada. Simplemente estate con ella y ve lo que sucede.

La vida es cambio. Incluso los Himalayas están cambiando, de modo que tu desdicha no puede ser invariable. Cambiará por sí sola, y verás que está cambiando: que está desapareciendo y se está yendo, y te sentirás aliviado, y no has hecho nada.

Una vez que conoces el secreto, puedes consumir cualquier cosa mediante ella misma, pero el secreto es estar silenciosamente sin hacer nada. Hay ira, así que sé, simplemente sé. No hagas nada. Si puedes hacer todo esto, este no-hacer, si simplemente puedes estar ahí --presente, presenciando, pero sin hacer ningún esfuerzo por cambiar nada, permitiendo que las cosas sigan su propio camino--, consumirás cualquier cosa. Puedes consumir cualquier cosa".




💗








UN CUENTO





Un rey japonés envió a su hijo para que un místico, un maestro, le enseñara a ser consciente.

El rey era anciano y le dijo a su hijo: “Pon toda tu energía en aprender porque, salvo que seas consciente, no vas a sucederme. No voy a darle mi reino a alguien que está dormido e inconsciente. No es una cuestión entre padre e hijo. Mi padre me lo dio a mí solamente después de haber alcanzado la consciencia. Yo no era la persona adecuada porque no era su hijo mayor, era el menor. Pero mis otros dos hermanos, mayores que yo, no podían alcanzarla.

“Lo mismo va a ocurrirte a ti. Y el problema es aún más complicado porque yo solo tengo un hijo: si tú no alcanzas la consciencia, el reino irá a parar a manos de cualquiera. Tú serás un mendigo de la calle. Por tanto, para ti es una cuestión de vida o muerte. Ve con ese hombre, él ha sido mi maestro. Ahora ya es muy mayor, pero sé que si alguien puede enseñarte, ese hombre es él. Dile: “Mi padre está enfermo, viejo, puede morir cualquier día. Queda poco tiempo y tengo que ser totalmente consciente antes de que muera, de lo contrario perderé el reino”.

Un cuento también muy simbólico: Si no eres consciente, pierdes el reino.

El hijo del rey fue a ver al viejo maestro de las montañas. Le dijo: “He sido enviado por tu discípulo, el rey”.

El maestro era muy anciano, más que su padre. Le contestó: “Recuerdo a ese hombre. Era realmente un auténtico buscador. Espero demuestres tener la misma calidad, el mismo genio, la misma totalidad, la misma intensidad”.

El joven príncipe afirmó: “Lo haré todo”.

A lo que el maestro respondió: “Entonces, empieza por limpiar en la comuna. Y recuerda una cosa: que te golpearé en cualquier momento. Quizá cuando estés limpiando el suelo yo me acerque por detrás y te golpee con mi vara; así pues, mantente alerta”.

Él replicó: “Pero yo he venido a aprender consciencia…”.

Y el maestro le contestó: “Así es como aprenderás”.

Pasó un año. Al principio recibía muchos golpes cada día, pero poco a poco empezó a estar más consciente. Hasta incluso las pisadas del viejo…, podía encontrarse haciendo cualquier cosa, por muy absorto que estuviera en su trabajo, inmediatamente se daba cuenta de que el maestro estaba rondándolo. El príncipe estaba preparado. Después de un año el maestro lo golpeó por la espalda mientras estaba muy enzarzado hablando con un compañero del ashram. Pero el príncipe continuó conversando y, aun así, pudo esquivar la vara antes de que le alcanzara el cuerpo.

El maestro le dijo: “Está bien. Este es el final de la primera lección. Esta noche empezamos la segunda”.

El príncipe contestó: “Creí que esto era todo. ¿Esto es solo la primera lección? ¿Cuántas más quedan?”.

El anciano respondió: “Depende de ti. La segunda lección consiste en que ahora te golpearé mientras duermes y tienes que mantenerte alerta cuando estés dormido”.

Él replicó: “Dios mío. ¿Cómo puede uno estar alerta dormido?”.

El viejo aclaró: “No te preocupes. Miles de discípulos han pasado la prueba. También tu padre la pasó. No es imposible. Es difícil, pero es un reto”.

Y desde entonces, cada noche recibía golpes en seis, ocho o doce ocasiones. Era difícil dormir. Pero a los seis meses empezó a sentir dentro de él una cierta consciencia. Llegó un día que, justo cuando el maestro iba a golpearlo, con los ojos cerrados le dijo: “No te molestes. Eres demasiado viejo. Me duele que estés tomándote tantas preocupaciones. Soy joven, puedo sobrevivir a los golpes”.

A lo que el anciano contestó: “Bendito seas. Has superado la segunda lección. Pero hasta ahora he estado golpeándote con mi vara de madera. La tercera lección consiste en que ahora empezaré a golpearte, desde mañana por la mañana, con una espada auténtica. ¡Mantente alerta! Un solo momento de inconsciencia y estás acabado”.

Por la mañana temprano, el maestro solía sentarse en el jardín, escuchar a los pájaros cantando…, ver las flores abrirse, el sol naciendo. El príncipe pensó: “¡Ahora va a ser peligroso! Una vara de madera era dura, difícil, pero no iba a matarme. Una espada auténtica…”. Él mismo era un espadachín, pero no se le daba la oportunidad de protegerse; su única protección sería permanecer consciente.

Entonces se le ocurrió una idea: “Este viejo es realmente peligroso. Antes de empezar la tercera lección me gustaría comprobar si él mismo puede pasar la tercera prueba o no. Si va a poner en riesgo mi vida, no puedo permitirle hacerlo sin haber comprobado si es merecedor de ello o no”. Esto eran solo pensamientos que se le ocurrían mientras yacía en la cama. La mañana era fría.

El maestro le ordenó: “¡Sal de debajo de tu manta, idiota! ¿Quieres golpear a tu propio maestro con una espada? ¡Avergüénzate! Puedo escuchar las pisadas de tus pensamientos.., abandona esa idea”. Lo había escuchado; aunque no le había dicho ni hecho nada.

Los pensamientos también son cosas. Los pensamientos, al moverse, también hacen ruido, y quienes están completamente alerta pueden leer tus pensamientos. Aun antes de que tú los percibas, ellos pueden advertirlos.

El príncipe estaba realmente avergonzado. Cayó a los pies del maestro y dijo: “Perdóname. Soy un auténtico estúpido”.

Pero ya que se trataba de un problema de espada, una espada de verdad, empezó a ser consciente de todo lo que le rodeaba, incluso de su propia respiración, del latido de su corazón. Se daba cuenta de la más mínima brisa pasando entre las hojas, de una hoja caída volando en el viento. El maestro lo intentó unas cuantas veces pero siempre lo encontró preparado. No pudo golpearlo con la espada porque no podía sorprenderlo inconsciente, despistado. Siempre estaba alerta. Era una cuestión de vida o muerte –no puedes permitirte estar de ninguna otra manera que no sea alerta.

Durante tres días el maestro no pudo encontrar ni un solo momento, ni un solo resquicio. Y después del tercer día, le llamó y le dijo: “Ahora ya puedes marcharte y comunicar a tu padre que el reino es tuyo, aquí tienes una carta de mi parte”.


💗




Estar alerta es el proceso de mantenerse cada vez más despierto.





CUERPOS INVISIBLES del HOMBRE de ANNIE BESANT








ANNIE BESANT – Londres 1847-1933 Adyar


CUERPOS INVISIBLES del HOMBRE

El hombre posee sentidos aún no desarrollados, por medio de los cuales puede apreciar modalidades de materia mucho más sutil, que la que nuestros sentidos ordinarios nos permiten percibir. No podremos exponer más claramente la naturaleza de esos sutiles sentidos, hasta que hayamos descrito los cuerpos superiores del hombre. Una de las mayores dificultades con que tropezamos al tratar de exponer las enseñanzas de la Teosofía, consiste en la estrecha unión e íntimo enlace que relaciona entre sí y con el conjunto todas las partes del sistema, de forma que, ensamblándose tan bellamente, resulta muchas veces imposible el explicar una de sus partes sin sacar a relucir casi todas las otras. De igual manera, no hay posibilidad de decir cuán fuerte es la evidencia de una enseñanza particular, hasta que se alcanza el conocimiento del sistema completo.

Además de la materia que a nuestro alrededor percibimos; además de la materia que no somos capaces de ver, pero cuya presencia nos atestigua la ciencia, como los diversos gases y el éter por ejemplo, existen muchos otros linajes de materia que únicamente pueden percibirse por medio de nuestros más sutiles sentidos.

El Éter

Existen mundos enteros compuestos de esos grados de materia, más sutiles y delicados, que forman lo que llamamos planos superiores de la Naturaleza. No olvidéis que estamos hablando todavía de la materia por todos conocida; únicamente reconocemos una clase de materia, aun cuando puedan ser diferentes sus estados y condiciones. El éter de que nos habla la ciencia no es una substancia diferente de todas las demás substancias, sino más bien una condición de la materia. Así como podemos encontrar el hidrógeno en un estado gaseoso normal, o bien, sometiéndolo a suficiente presión y temperatura, en estado líquido y aun en sólido; de idéntica manera vemos que puede cambiar su estado y condición en opuesto sentido, pasando a otro más sutil, que llamamos estado etéreo. Así es, que, para nosotros, no es el éter una substancia distinta, sino cierta condición o estado de cualquier substancia, de forma que podemos hallar en estado etéreo oro o plata, litio o platino, o cualquiera de los llamados elementos químicos.

Cómo estudiar el ocultismo en la Naturaleza

El ocultismo afronta sus problemas desde un punto de vista diferente al que elige el hombre de ciencia; en vez de desenvolver y perfeccionar sus instrumentos y aparatos, cosa que la ciencia moderna ha venido haciendo con tan maravilloso éxito, el ocultismo labora por desarrollar al observador. Desenvuelve, por así decirlo, dentro del hombre otras facultades más delicadas que las normales, capacitándole para percibir esos objetos excesivamente diminutos, y de tal manera, penetra en el corazón de la Naturaleza, mucho más honda e íntimamente de lo que jamás pueda lograrlo instrumento alguno.

No imaginéis que haya nada de sobrenatural y misterioso en estas facultades superiores. Se trata sencillamente del apropiado desarrollo de poderes que ya el hombre posee y que cada cual actualizará a su debido tiempo; aun cuando algunos se han tomado especial trabajo por desarrollarlos, anticipándose al resto de los hombres.

Materia más sutil que la Física

Existen varias subdivisiones de la materia, a las cuales llamamos planos de la Naturaleza, entendiendo por tales, sencillamente, clasificaciones que hacemos de la materia, según el grado de su densidad. Toda la materia que conocéis, con el éter inclusive, la describiremos como materia del plano físico. Allende este plano, encontraremos otra clase de materia que llamaremos plano astral. Recordad, sin embargo, que se trata de la misma física, solamente que se encuentra mucho más sutilmente dividida. Aun llevaremos más adelante este proceso de subdivisión, para encontrar, en un grado de mayor refinamiento y sutileza, otra modalidad de materia, que hemos bautizado con el nombre de mental, por haber descubierto que la llamada mente del hombre, está formada de semejante tipo de materia. Todo esto os parecerá, sin duda, no poco sorprendente y extraño; no obstante, es una verdad basada en definidos experimentos de carácter científico.

Aún existen sucesivas modalidades de materia, más sutiles y elevadas cada vez; pero, por el momento, trataremos únicamente de las tres mencionadas: física, astral y mental. Procurad de que no os llame a engaño el uso de la palabra elevada. No creas, ni por un momento que nuestras investigaciones transciendan más allá de la tierra. Elevarse quiere decir tan sólo, en este género de investigación, penetrar en los hondones del ser, hasta sentir cada vez más delicados planos de materia; pero todos los cuales existen a nuestro alrededor, en cualquier momento y lugar, interpenetrándose unos con otros, lo mismo que el aire y el gas interpenetra al líquido, en el agua aireada. Así también existen entre todas las partículas físicas, otras partículas astrales, y entre éstas, otras mentales.

El Alma y el Cuerpo

Ahora, sin perder de vista esta idea, volvamos a examinar la constitución del hombre. El hombre se equivoca de medio a medio al suponer que tiene alma; lo exacto sería decir que es el alma.

Se han registrado centenares de casos en que el hombre se ha separado de su cuerpo físico, ya sea en trance, ya por la influencia de anestésicos, o bien en el sueño normal; y sin embargo, en semejantes circunstancias, lejos del cuerpo físico, y de su materia gris y reacciones químicas, el hombre puede todavía pensar, observar y recordar, lo mismo que cuando utiliza su cuerpo físico. Por lo tanto, es evidente que el hombre no es el cuerpo, puesto que puede existir con independencia del mismo. El cuerpo es solamente un instrumento de que se vale para sus propios fines.

Divino Origen del Hombre

Nuestras teorías referentes al hombre y a su origen, afirman que es esencialmente espíritu, una chispa de la Divina Hoguera. La chispa está individualizada en el inmenso océano de la divinidad por algo que podemos llamar el alma; o por mejor decir la llamamos alma, cuando está de tal manera individualizada. Llamamos cuerpo causal a lo que separa al hombre divino. Pero no es ahora ocasión para tratar de este asunto, puesto que únicamente nos proponemos hablar de los vehículos inferiores. El cuerpo causal es permanente, aun cuando gradualmente perfectible por evolución, mientras que los cuerpos mental, astral y físico, han de ser renovados a cada nueva encarnación del hombre.

El método para desarrollarse es atesorar experiencias

¿Por qué ha de cargar el hombre con sus varios cuerpos?, se nos preguntará. Porque tal es el método de evolución que le está designado; para que atesore experiencia, aprendiendo a responder a las impresiones del exterior. El hombre se vale de sus vehículos inferiores para poder recibir y responder a vibraciones de modalidad mucho más basta y fuerte que cuantas puedan encontrarse en su propio plano, más elevado.

Algunos estudiantes comprenden mucho mejor este asunto, considerándolo desde el punto de vista de las series de vibraciones. Pensad en lo siguiente: Toda impresión que nos viene del exterior, sea cual fuere, nos llega en forma de vibración. Vemos por las ondulaciones del éter y oímos por las ondas aéreas. ¿Qué nos revelarán, pues, las vibraciones de esas modalidades más sutiles de la materia, de las que os hemos estado hablando, y cómo seremos capaces de recibir su impresión? La respuesta es sencilla, pero de gran importancia. Por medio de tales vibraciones, podremos percibir la parte más excelsa de nuestro propio mundo, oculta generalmente para nosotros, y, para conseguirlo, hemos de aprender a utilizar esa materia más sutil que en nosotros existe, hemos de valernos de los sentidos de nuestros cuerpos más sutiles.

Cambios que ocurren en el cuerpo astral

El cuerpo astral es, en especial, el vehículo de la pasión, emoción y deseo del hombre, de forma que cuando le sacude alguna repentina oleada de gran emoción, se manifiesta por vibraciones excesivamente violentas de la materia astral. Suponed por un momento que estáis contemplando con la vista astral a un hombre que, desgraciadamente para él, haya perdido su aplomo y serenidad. En vez de percibir la expresión de disgusto que el cuerpo físico manifiesta, observaríais el notabilísimo cambio que se operaría en su cuerpo astral. Todo él se agitaría como impulsado por violenta vibración y, como el color es tan sólo un tipo vibratorio, aquel súbito cambio emotivo implicaría también un cambio del color del cuerpo astral. No pensamos cuán cerca estamos de la verdad cuando hablamos del oleaje de la pasión. Luego, a medida que el hombre se desacalora, su cuerpo astral recobra el aspecto y color acostumbrado, sin que eso deje de quedar una huella leve y permanente que el ojo adiestrado puede percibir. Lo mismo ocurre con toda guisa de emociones, buenas o malas. Cuando el hombre siente un gran impulso de emoción religiosa o de intenso afecto, se manifestarán ambos sentimientos por los cambios correspondientes de su cuerpo astral, y uno y otro dejarán, luego de apagados, sendas huellas, leves y constantes en el carácter del hombre.

Cambios del cuerpo mental

Cuando nos ponemos en relación con ese otro vehículo, de materia más sutil todavía, que llamamos cuerpo mental, nos encontramos que también éste vibra, si bien respondiendo a diferente género de impresiones. La emoción no puede nunca afectarle en lo más mínimo, porque aquí no hay albergue para pasiones ni emotividades, sino para el pensamiento. No es nada nuevo el hablar de vibraciones, que afectan al pensamiento. Todas las experiencias de telepatía y transmisión mental se basan en el hecho de que cada pensamiento engendra una vibración, transmisible por medio de una serie de partículas mentales, y que puede evocar una vibración semejante en el cuerpo mental de otro hombre.

Aún puede que existan algunos que no crean en la telepatía, puesto que no es fácil encontrar límites a la terquedad y obstinación humanas; pero en un asunto de que cada cual puede convencerse fácilmente y por sí mismo, la incredulidad no es sino signo evidente de indiferencia.

Formación del Carácter

Ya tenemos, pues, dos de los vehículos del hombre: el cuerpo astral vehículo de las sensaciones, y el cuerpo mental, instrumento del pensar. Ambos tienen sus posibilidades de perfección y desarrollo, puesto que en todos los planos existen diversos tipos de materia. El hombre puede tener un cuerpo astral relativamente ordinario, que responderá presto a las vibraciones bajas y no deseables; pero trabajándolo cuidadosamente, y adiestrándose en su manejo y dominio podría ir cambiando gradualmente su constitución, hasta que llegase a ser capaz de responder a ondulaciones emotivas de más exquisita especie. El cuerpo mental puede estar integrado, ya de substancia muy delicada y noble, o bien de materia mental más basta y ordinaria, y de lo uno o de lo otro dependerá que broten natural y espontáneamente los altos y nobles pensamientos, o bien suceda lo contrario. Pero también esto está en su mano, puesto que el hombre puede transformar a voluntad su cuerpo mental. Con ello, no solamente cambiará en gran manera su manera de ser y evolución, sino también la vida que le aguarda después de la muerte. Cuando se despoje de su cuerpo físico, aun conservará los otros dos, el astral y el mental, de cuya naturaleza dependerá en gran parte la felicidad de su existencia en aquel nuevo mundo (que no es sino parte del ya conocido), en que se encuentre. Recordad que estos problemas son para muchos de nosotros verdades experimentadas y no simples creencias.

Durante el sueño podemos visitar a los muertos

Hemos de llegar a comprender que los llamados muertos no nos han abandonado.

Se nos ha educado en complejas creencias donde cada defunción es a manera de un nuevo y maravilloso milagro; cuando el alma se aleja del cuerpo, se desvanece por así decirlo en un cielo allende las estrellas, sin que se nos haga la más mínima indicación respecto a los medios mecánicos del tránsito por los espacios aterradores que tales creencias implican.

Los procesos de la Naturaleza son sin duda algo sorprendente, maravilloso, y a menudo incomprensible para nosotros; pero nunca escapan a la razón y al sentido común. Cuando os despojáis del gabán al entrar en el zaguán de la casa, no por eso os evaporáis de repente, hacia la cumbre de alguna montaña lejana, continuáis, por el contrario, donde antes estabais, aun cuando haya cambiado vuestra apariencia exterior. Exactamente igual sucede cuando el hombre se despoja de su cuerpo físico: el hombre continúa donde estaba. Verdad es que ya no podéis verle, mas no por razón de que se haya remontado a lejanos lugares, sino porque el cuerpo de que entonces se vale, no es visible para vuestros ojos físicos.

Si este asunto os interesa, podéis encontrarlo expuesto con toda minuciosidad en la literatura teosófica.
Por ahora solamente nos interesa exponer que con el cuerpo físico podéis ver y palpar únicamente el cuerpo físico; mientras que con el cuerpo espiritual podéis ver y tocar las cosas del mundo espiritual o interior, y no echéis en olvido que en modo alguno se trata de otro mundo, sino sencillamente de la parte más sutil de este mismo mundo. Una vez más repito que hay otros mundos; pero ahora no nos referimos a ellos. Los muertos a quienes creéis alejados de vuestro lado, están en realidad con vosotros todavía. Cuando estáis a su lado, vosotros en el cuerpo físico y ellos en el vehículo espiritual, no tenéis conciencia de que se hallen presentes, porque no podéis verles; pero cuando dejáis al cuerpo físico sumido en sueño, estáis con ellos con plena y perfecta conciencia de su compañía, y entre vosotros existe la misma unión de que solíais disfrutar. Así es que sois felices durante el sueño, junto a los seres amados. Solamente en las horas de vigilia sentís la separación.

Desgraciadamente para casi todos nosotros, hay una rotura que separa la conciencia física, de la del cuerpo espiritual, de forma que aunque en éste podemos recordarnos perfectamente de aquél, no es poco menos que imposible trasladar a la conciencia diaria el recuerdo de lo que hace el alma durante el sueño. Si este recuerdo fuese perfecto, no existiría para nosotros la muerte. Pero si bien es verdad que tan sólo muy pocos poseen vista y memoria perfecta, son muchos los que pueden sentir la presencia de los seres amados, aun cuando no sean capaces de verlos, y otros muchos, que no gozan del perfecto recuerdo, se despiertan de un sueño con una sensación de paz y venturanza resultante de cuanto les acaba de ocurrir en el mundo superior.

Conocimiento Directo

Todo cuanto antecede, todas nuestras teorías, son resultado de experimentos personales y, al exponerlas, os ofrecemos el beneficio de nuestros muchos años de fatigoso estudio y tenaz esfuerzo. De aquí proviene nuestra firme y decidida adhesión a la gloriosa Teosofía que tanto bien nos hizo, al revelarnos tantas cosas, que, sin ella, nos hubieran parecido indescifrables misterios. Ella nos sostiene en los momentos de agonía y dificultades, explicándonos clara y razonablemente por qué sufrimos agonía, por qué padecemos dificultades y el bien que todo esto ha de producirnos al fin.

Una llamada a la razón

No aspiramos a buscar conversos, en el sentido vulgar de esta palabra. No padecemos la ilusión que tantas estimables personas ortodoxas sufren, de que a menos de creer lo que nosotros creemos, un porvenir infernal aguarda a los incrédulos. Sabemos perfectamente que todos lograrán la meta final de la humanidad, lo mismo si creen que si dudan de nuestras palabras.

Saber es Poder

El progreso de todos y cada uno de los hombres, es absolutamente cierto; pero cada cual puede hacerse fácil o dificultoso su propio camino. El que camina en la ignorancia y cegado por ella persigue motivos egoístas, hará dura y penosa su jornada. Nosotros hemos visto que esta filosofía nos ha sido útil, nos ha sostenido en nuestras dificultades, nos hizo llevadero y dulce soportar la vida, y sencillo y suave afrontar la muerte; por eso deseamos compartir con vosotros nuestro evangelio. No os pedimos la fe ciega; nos limitamos a presentaros nuestra filosofía y a brindaros que la estudiéis; porque tenemos la convicción de que si hacéis lo que nosotros, encontraréis nuestro propio hallazgo: descanso, paz y ayuda, junto con el poder que os capacite para servir de algo en el mundo.

Nuestra Búsqueda en pos de la Verdad

La Sociedad Teosófica se compone de estudiantes pertenecientes a cualquier religión del mundo, o a ninguna, unidos por el deseo de hacer desaparecer los antagonismos religiosos y unir a los hombres de buena voluntad, cualesquiera que fuesen sus opiniones, y por el propósito de estudiar las verdades religiosas y compartir con los demás el fruto de sus estudios. Su lazo de unión no es la profesión de una creencia común, sino la búsqueda y aspiración de todos por la verdad. Sustentan que la Verdad debe ser investigada con el estudio, la reflexión, la pureza de vida y la dedicación a los grandes ideales, y consideran que la Verdad es un premio del esfuerzo y no un dogma impuesto por autoridad. Consideran que la creencia deber ser el resultado del estudio e intuición individual en vez de ser su antecedente, fundamentándose en el conocimiento y no en la mera afirmación. Extienden a todos su tolerancia, aun a los intolerantes, no como privilegio a otorgar, sino como deber a cumplir, y procuran en lugar de castigar la ignorancia, hacerla desaparecer. Ven en cada Religión una expresión parcial de la Sabiduría Divina y prefieren su estudio a su condenación y su práctica a su proselitismo. Paz es su santo y seña; Verdad es su aspiración.

💗



Extraído https://oceanodeteosofia.com/a-besant