Madre






Sólo quiero cerrar los ojos y al volver a abrirlos comprobar que ha desaparecido el estado que me confunde...…

Acércate hija, deja que te envuelva en mis brazos reposa tu cabeza en mi corazón y en el silencio escucha el suave y calmado mensaje que desde el bum bum, bum bum, llega en especial para ti. Pues aunque te sientas náufraga sin tener dónde asirte, es simplemente que estas mirando a tu alrededor todo el tiempo buscando la clave, intentando comprender y repasando meticulosamente, porqué, cuándo, inicio, motivos y lo único que consigues es quedar atrapada en el lodo de la confusión, el cual no hace sino crecer a través de toda tú energía, hasta conseguir poco a poco suavemente sumergirte muy muy dentro de él....


Más es en ese momento, siempre hay “ese momento” y es ese en el que crees que ya que no puedes más, que estás consumida en el fuego que devora, en ese momento decisivo tú vas a decidir, si sigues fortaleciendo las apariencias o te decides por tu gran guía. Tú gran guía te sacará de ese estado, haciendo que no lo sientas como tal y en su lugar veas las cosas como son, y tú sabes que pueden ser mejor y para ello has de dejar de alimentarlas con todo lo que es ajeno a ti, todo ello forma parte de una compleja e intrigante trama del subconsciente colectivo, pero te obstinas en cargarla cual si fueras una heroína de causas perdidas, deseando que las circunstancias sean de otra forma, que aunque es un noble y digno anhelo, sabes que hay límites, a veces incluso invisibles.

Tú sabes que la energía sigue al pensamiento...No le des ni un segundo a todo eso que no quieres en tu vida, aunque signifique ir contra corriente. Cuando dejes de querer comprender entonces empezaras a comprender, la comprensión no requiere de grandes esfuerzos, ya que es en esos grandes esfuerzos donde queda distorsionada y se convierte en algo dificultoso y la comprensión es algo suave que se presenta y que no requiere que la estrujes con razonamientos. En un primer instante la comprensión se puede presentar como algo complicado, pero no la quieras cambiar mírala sin vacilar sin pensar solo siéntela y veras como intuirás que hay muchas situaciones en las cuales la comprensión es ver las cosas tal como son, poniendo en ellas toda la responsabilidad, libertad y respeto amoroso del cual todos somos capaces. Y en esa comprensión nos llega la seguridad de que estamos haciendo lo mejor que sabemos y tu guía cogerá tú mano conduciéndote dulcemente, como lo ha hecho siempre pero ahora tú también le das la mano, y a través de su energía, tú energía, la energía de tu pensamiento positivo va a llevarte si la dejas por lugares impensables, ahora ya tú sabes que todo será resuelto de la mejor manera posible.

La comprensión es sentirla no es pensarla, como el amor es sentirlo no es pensarlo.

Siente, y siente todo lo que sientes, déjalo que se presente sin pensar, quédate sólo con lo perfecto y lo perfecto es siempre esa energía que te motiva, que te ilusiona, que te da un empujón y te saca del lugar, que te explota dentro como fuegos artificiales y no hagas esfuerzos por comprenderlo, utiliza su energía para lo que necesites, utilízala edificándote pensamientos que te eleven, construye o decora a cada instante si es preciso tu templo, tú lugar sagrado y nunca nada ni nadie que tu no quieras podrá perturbarte. Y entonces podemos comprender que no hace falta comprender lo que no se puede comprender.

Gracias madre, me he sentido muy muy a gusto cómo cuando estaba en tú útero protegida y envuelta por una poderosa energía llena de vida que me hacía crecer momento a momento, gracias madre por haberme renovado con tú abrazo, por haberme recargado de amor, sé con lo que me voy a encontrar pero también sé que lo voy a sentir de otro modo, gracias madre por tu amorosa energía que me ha llenado para poder suavizar la vida, pues es la única fuerza que todo lo puede.


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Con cariño, Nuria 0219130







PRUEBA ESTO: VE CUÁNTOS MINUTOS PUEDES PERMANECER DESDICHADO/A





"Consume el cambio mediante el cambio" significa que, incluso si hay apego, no luches con él. Estate apegado, pero sé también un testigo. Deja que exista el apego; no luches con él. El tantra es un proceso sin lucha. ¡No luches! Vendrá la frustración, por supuesto, así que estate frustrado. Pero sé también un testigo... Entonces, mediante el apego, se consume el apego, y mediante la frustración, se consume la frustración.

Prueba esto cuando te sientas desdichado. Sé desdichado; no luches con ello. Prueba esto, es estupendo. Cuando haya desdicha y te sientas desdichado, cierra los ojos y sé desdichado. ¿Qué puedes hacer ahora? Eres desdichado, así que eres desdichado. Ahora sé totalmente desdichado. De pronto tomarás consciencia de la desdicha. Y si intentas cambiarla, nunca tomarás consciencia, porque tu esfuerzo, tu energía, tu consciencia, están dirigidos hacia el cambio, hacia cómo cambiar esta desdicha. Entonces empiezas a pensar en cómo llegó, y qué hacer ahora para cambiarla. Entonces te estás perdiendo una experiencia muy hermosa: la desdicha misma.

Ahora estás pensando en las causas y estás pensando en las consecuencias y estás pensando en el método para olvidarla, para trascenderla, y te estás perdiendo la desdicha misma, y la desdicha está ahí y eso puede ser liberador. No haga nada. No analices cómo apareció la desdicha; no pienses en qué consecuencias vendrán. Vendrán, así que ya lo verás luego. No hay prisa. Sé desdichado, simplemente desdichado, y no trates de cambiarlo.

Prueba esto: ve cuántos minutos puedes permanecer desdichado. Empezarás a reírte de todo ello, todo el asunto te parecerá estúpido, porque si eres totalmente desdichado, de pronto tu centro está más allá de la desdicha. Ese centro nunca puede ser desdichado, ¡eso es imposible! Si permaneces con la desdicha, la desdicha se vuelve el fondo y tu centro, que nunca puede ser desdichado, se sobrepone de pronto, y entonces eres desdichado y no eres desdichado: el "mismo no-mismo". Ahora estás consumiendo la desdicha mediante la desdicha. Esto es lo que se quiere decir. No estás haciendo nada; simplemente estás consumiendo la desdicha mediante la desdicha. La desdicha desaparecerá como desaparecen las nubes, y el cielo se abrirá y te estarás riendo, y no has hecho nada. Y no puedes hacer nada; todo lo que puedas hacer creará más confusión y más desdicha.

¿Quién ha creado la desdicha? Tú, y ahora estás intentando cambiarla. Empeorará. Tú eres el creador de la desdicha. Tú la has creado, tú eres la fuente, y ahora la fuente misma lo está intentando. ¿Qué puedes hacer? Ahora el paciente se está tratando a sí mismo, y él ha creado todo el asunto. Ahora está pensando en la cirugía. Esto es suicida. No hagas nada. El interior es muy profundo. Has intentado tantas veces parar la desdicha, parar la depresión, parar esto y aquello, y no ha pasado nada. Ahora prueba esto: no hagas nada; deja que la desdicha esté ahí en su totalidad. Deja que suceda en toda su intensidad y permanece sin hacer nada. Simplemente estate con ella y ve lo que sucede.

La vida es cambio. Incluso los Himalayas están cambiando, de modo que tu desdicha no puede ser invariable. Cambiará por sí sola, y verás que está cambiando: que está desapareciendo y se está yendo, y te sentirás aliviado, y no has hecho nada.

Una vez que conoces el secreto, puedes consumir cualquier cosa mediante ella misma, pero el secreto es estar silenciosamente sin hacer nada. Hay ira, así que sé, simplemente sé. No hagas nada. Si puedes hacer todo esto, este no-hacer, si simplemente puedes estar ahí --presente, presenciando, pero sin hacer ningún esfuerzo por cambiar nada, permitiendo que las cosas sigan su propio camino--, consumirás cualquier cosa. Puedes consumir cualquier cosa".




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UN CUENTO





Un rey japonés envió a su hijo para que un místico, un maestro, le enseñara a ser consciente.

El rey era anciano y le dijo a su hijo: “Pon toda tu energía en aprender porque, salvo que seas consciente, no vas a sucederme. No voy a darle mi reino a alguien que está dormido e inconsciente. No es una cuestión entre padre e hijo. Mi padre me lo dio a mí solamente después de haber alcanzado la consciencia. Yo no era la persona adecuada porque no era su hijo mayor, era el menor. Pero mis otros dos hermanos, mayores que yo, no podían alcanzarla.

“Lo mismo va a ocurrirte a ti. Y el problema es aún más complicado porque yo solo tengo un hijo: si tú no alcanzas la consciencia, el reino irá a parar a manos de cualquiera. Tú serás un mendigo de la calle. Por tanto, para ti es una cuestión de vida o muerte. Ve con ese hombre, él ha sido mi maestro. Ahora ya es muy mayor, pero sé que si alguien puede enseñarte, ese hombre es él. Dile: “Mi padre está enfermo, viejo, puede morir cualquier día. Queda poco tiempo y tengo que ser totalmente consciente antes de que muera, de lo contrario perderé el reino”.

Un cuento también muy simbólico: Si no eres consciente, pierdes el reino.

El hijo del rey fue a ver al viejo maestro de las montañas. Le dijo: “He sido enviado por tu discípulo, el rey”.

El maestro era muy anciano, más que su padre. Le contestó: “Recuerdo a ese hombre. Era realmente un auténtico buscador. Espero demuestres tener la misma calidad, el mismo genio, la misma totalidad, la misma intensidad”.

El joven príncipe afirmó: “Lo haré todo”.

A lo que el maestro respondió: “Entonces, empieza por limpiar en la comuna. Y recuerda una cosa: que te golpearé en cualquier momento. Quizá cuando estés limpiando el suelo yo me acerque por detrás y te golpee con mi vara; así pues, mantente alerta”.

Él replicó: “Pero yo he venido a aprender consciencia…”.

Y el maestro le contestó: “Así es como aprenderás”.

Pasó un año. Al principio recibía muchos golpes cada día, pero poco a poco empezó a estar más consciente. Hasta incluso las pisadas del viejo…, podía encontrarse haciendo cualquier cosa, por muy absorto que estuviera en su trabajo, inmediatamente se daba cuenta de que el maestro estaba rondándolo. El príncipe estaba preparado. Después de un año el maestro lo golpeó por la espalda mientras estaba muy enzarzado hablando con un compañero del ashram. Pero el príncipe continuó conversando y, aun así, pudo esquivar la vara antes de que le alcanzara el cuerpo.

El maestro le dijo: “Está bien. Este es el final de la primera lección. Esta noche empezamos la segunda”.

El príncipe contestó: “Creí que esto era todo. ¿Esto es solo la primera lección? ¿Cuántas más quedan?”.

El anciano respondió: “Depende de ti. La segunda lección consiste en que ahora te golpearé mientras duermes y tienes que mantenerte alerta cuando estés dormido”.

Él replicó: “Dios mío. ¿Cómo puede uno estar alerta dormido?”.

El viejo aclaró: “No te preocupes. Miles de discípulos han pasado la prueba. También tu padre la pasó. No es imposible. Es difícil, pero es un reto”.

Y desde entonces, cada noche recibía golpes en seis, ocho o doce ocasiones. Era difícil dormir. Pero a los seis meses empezó a sentir dentro de él una cierta consciencia. Llegó un día que, justo cuando el maestro iba a golpearlo, con los ojos cerrados le dijo: “No te molestes. Eres demasiado viejo. Me duele que estés tomándote tantas preocupaciones. Soy joven, puedo sobrevivir a los golpes”.

A lo que el anciano contestó: “Bendito seas. Has superado la segunda lección. Pero hasta ahora he estado golpeándote con mi vara de madera. La tercera lección consiste en que ahora empezaré a golpearte, desde mañana por la mañana, con una espada auténtica. ¡Mantente alerta! Un solo momento de inconsciencia y estás acabado”.

Por la mañana temprano, el maestro solía sentarse en el jardín, escuchar a los pájaros cantando…, ver las flores abrirse, el sol naciendo. El príncipe pensó: “¡Ahora va a ser peligroso! Una vara de madera era dura, difícil, pero no iba a matarme. Una espada auténtica…”. Él mismo era un espadachín, pero no se le daba la oportunidad de protegerse; su única protección sería permanecer consciente.

Entonces se le ocurrió una idea: “Este viejo es realmente peligroso. Antes de empezar la tercera lección me gustaría comprobar si él mismo puede pasar la tercera prueba o no. Si va a poner en riesgo mi vida, no puedo permitirle hacerlo sin haber comprobado si es merecedor de ello o no”. Esto eran solo pensamientos que se le ocurrían mientras yacía en la cama. La mañana era fría.

El maestro le ordenó: “¡Sal de debajo de tu manta, idiota! ¿Quieres golpear a tu propio maestro con una espada? ¡Avergüénzate! Puedo escuchar las pisadas de tus pensamientos.., abandona esa idea”. Lo había escuchado; aunque no le había dicho ni hecho nada.

Los pensamientos también son cosas. Los pensamientos, al moverse, también hacen ruido, y quienes están completamente alerta pueden leer tus pensamientos. Aun antes de que tú los percibas, ellos pueden advertirlos.

El príncipe estaba realmente avergonzado. Cayó a los pies del maestro y dijo: “Perdóname. Soy un auténtico estúpido”.

Pero ya que se trataba de un problema de espada, una espada de verdad, empezó a ser consciente de todo lo que le rodeaba, incluso de su propia respiración, del latido de su corazón. Se daba cuenta de la más mínima brisa pasando entre las hojas, de una hoja caída volando en el viento. El maestro lo intentó unas cuantas veces pero siempre lo encontró preparado. No pudo golpearlo con la espada porque no podía sorprenderlo inconsciente, despistado. Siempre estaba alerta. Era una cuestión de vida o muerte –no puedes permitirte estar de ninguna otra manera que no sea alerta.

Durante tres días el maestro no pudo encontrar ni un solo momento, ni un solo resquicio. Y después del tercer día, le llamó y le dijo: “Ahora ya puedes marcharte y comunicar a tu padre que el reino es tuyo, aquí tienes una carta de mi parte”.


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Estar alerta es el proceso de mantenerse cada vez más despierto.