BIENAVENTURANZAS











El vapor de las secreciones glandulares es lo que comunica al hombre con sus mundos
internos, sirviéndole de puente sobre el abismo que separa la conciencia humana de la Conciencia Divina.

Jesús, el Cristo, nos dio el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas, como resultado de esa Iniciación; son frutos del equilibrio de la secreción interna.



“BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS”

* Esta primera facultad para la realización divina no comprende, por pobres de espíritu, los papanatas, los ignorantes o los bobos, sino aquellos que, por la Iniciación Interna y perfecto desarrollo, llegaron a estar llenos de Dios y ya no recorren las mezquinas ciencias humanas para encontrar el Reino de los Cielos.

* Como mendigo del espíritu, ya no busca a Dios fuera de sí, al contrario, se refugia en los mundos internos que los transportan a los mundos divinos, donde estará lleno conscientemente de Dios y, de ese modo, se conoce a sí mismo y a su Divinidad Interna.

* Los pobres de Espíritu son los que buscan la riqueza en Dios.


“BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE SERÁN CONSOLADOS”

Esta etapa indica la paciencia del Iniciado, desarrollado y adelantado en la senda de la Iniciación. Sufre al ver las ambiciones de la humanidad.

En tiempos pasados, no importaban nada a los hombres los dolores ajenos y, hasta en nuestro tiempo, la mayor parte de la humanidad repite el adagio que dice: “Lloren todos los ojos, mientras que los míos no derramen una sola lágrima”.

Antiguamente, el hombre curaba sus sufrimientos con ayuda exterior, aunque con esa cura sacrificase a sus hermanos. El Iniciado de hoy, a semejanza de Jesús, ya no piensa en sí y llora la desdicha ajena. El mismo dolor de los demás le lleva a buscar alivio y remedio para ellos.

Todos los seres nacen dentro del Espíritu universal. Cada cual es una célula del cuerpo del Cosmos y, cuando enferma el órgano, la Divinidad va eliminando el mal, para conservar el órgano, y no el órgano, para eliminar el mal.

Plenos de Dios son los que llegaron, con el desarrollo, al estado de trabajar para que todos los hombres sean hijos de un solo Padre. Ese trabajo les cuesta llantos por los sufrimientos de la humanidad, pero, tarde o temprano, recibirán consuelo.


BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, PORQUE ELLOS POSEERÁN LA TIERRA.

Esa es la etapa de la absoluta confianza en Dios y completa sumisión a su voluntad.

La mansedumbre no es apatía, ni la servil actitud de los hipócritas. Ser manso es ser digno y tranquilo en sus motivaciones en el cumplimiento de su misión en la tierra.

Con el equilibrio interno, toma el Iniciado el gobierno de su mundo de deseos y alcanza, por sí mismo, la meta de la evolución. Entonces, puede cumplir su misión divina en la tierra. Será un Cristo lleno de Dios, templando y armonizando sus deseos. A cambio, recibirá la tierra un cuerpo perfecto con mente perfecta y dirá con Pablo: “Todas las cosas concurren para el bien de los que aman a Dios”.

Estas tres bienaventuranzas revelan cómo el Iniciado lleva a la evolución su cuerpo físico, etéreo y astral hasta dejarlos convertidos en instrumentos obedientes del Intimo que actúa en el hombre como sensación, comprensión y consciencia.


Llegado el hombre a ese grado de evolución, el Yo Soy, en el cuerpo físico pleno de Dios, manifiesta en el mundo el amor fraterno:

“BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS SERÁN SACIADOS”

Esta es la cuarta manifestación del Reino de los Cielos. Cuando el Iniciado, por el impulso Crístico en él, llega a sentir y aplacar la sed y el hambre de justicia del espíritu, entonces, estará harto de comprensión y reinará armonía en todos sus actos, armonía con las leyes naturales y espirituales. Allí se le despierta la razón de que todos los seres humanos tienen parentesco entre sí.

Hambre y sed de justicia son la manifestación de Dios en la razón del hombre.


“BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS TENDRÁN MISERICORDIA”

El misericordioso es aquel que, después de sentir la sed de justicia del Reino Divino, siente la Unidad con todos los seres y se convierte en sabio tolerante, por la posesión de la caridad y de la comprensión. Desaparece de su corazón la crítica mordaz; ama a todos los seres, y sus acciones convergen solamente para trabajar en el plano de la evolución y la perfección. Su desarrollo interno le otorga la sabiduría que le revelará que todos los seres son su propio ser, todos los cuerpos son su propio cuerpo y todas las almas, su propia alma. Entonces estará pleno de Dios, desaparecen de su corazón las ambiciones, el egoísmo y las guerras y, como consecuencia, el reino del amor sobrevivirá a su persona, para reinar después en el mundo.


“BIENAVENTURADOS LOS PUROS DE CORAZÓN, PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS”

Plenos de Dios son aquellos cuyas secreciones son perfectas y equilibradoras, porque la sangre (vehículos del Intimo) penetra en el corazón siempre puro y limpio, cuando el funcionamiento de las glándulas sigue las leyes de la armonía; entonces el hombre puede reconocer y ver a Dios en sí mismo.
Todas las cosas son puras para los limpios de corazón, porque la pureza es como luz que ilumina las tinieblas internas y nos pone, frente a frente, ante Dios, y quien ve a Dios en su corazón, lo ve en todas las cosas


“BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES, PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS”

Porque harán descender al mundo físico el espíritu divino y traerán paz y armonía a todo ser.

El pacificador es aquel ser que percibe la verdad en todas las religiones, sistemas, partidos y trata de armonizar todas las divergencias entre uno y otro, como el hábil músico que arranca notas armoniosas de un instrumento, para componer el himno a la verdad. El pacificador ve la Unidad en la diversidad.


“BIENAVENTURADOS SERÉIS CUANDO OS VITUPERAREN Y PERSIGUIEREN Y DIJEREN, DE VOS, TODO MAL POR MI CAUSA. GOZAD Y ALEGRAOS, PORQUE SERÁ GRANDE VUESTRA RECOMPENSA EN LOS CIELOS”

Ahora, debemos comprender que todo lo que se da en la tierra y en el cuerpo físico debe sufrir, al principio, oposición. Todo impulso de la Verdad no puede triunfar de golpe en la evolución, porque los residuos de la ignorancia, de la duda, ponen resistencia y le causan sufrimiento. Serán perseguidos, vituperados por los que se aferren a las viejas prácticas; pero, el Iniciado debe mantenerse unido al Íntimo para poder realizar, como Dios, la expresión del Amor en el equilibrio

Y ese es el misterio del Octonario, cuando el Iniciado equilibra sus secreciones glandulares o cuando, por la aspiración, respiración o meditación en esos centros equilibradores, activa los átomos divinos que moran en ellos y, por medio de ellos, llega al desarrollo impersonal de la individualidad, característica de todos los verdaderos Iniciados.

Ese desarrollo consiste en el equilibrio. Y el equilibrio consiste en el sacrificio personal, que es pensar, hablar y actuar como la consciencia divina, en vez de dar a conocer lo exterior, respetando la apariencia.

Las secreciones internas del profano siempre sufren desarmonía, dadas sus aspiraciones y malos deseos; le llevan muchas veces al error y hasta al crimen; porque, según la ciencia espiritual, todo criminal es un ser enfermo y ya vimos que la deficiencia o exageración de las secreciones glandulares conducen al hombre a muchos vicios y defectos.

El Iniciado cuyas aspiraciones, respiración y pensamientos son puros, perfectos y fuertes, armonizan sus glándulas y equilibran las secreciones que le inspiran fe, justicia, amor, mansedumbre, paz, etc.

Cuando el sabio dijo: “El hombre será tal como él piensa en su corazón”, quiso explicar que todo pensamiento, emoción o deseo influye en las glándulas endocrinas. Si fuere negativo el pensamiento, de manera antiarmónica influye en las secreciones internas; pero, si es positivo, las equilibra.

Todo aspirante puede estudiar eso en el ambiente en que vive; en el colérico, en el envidioso, en el ambicioso, en el libertino, en el rencoroso, etc., y podrá verificar cuánto pueden esas emociones y pensamientos desequilibrar el funcionamiento de las armonías de esos sujetos y después agotar y aniquilar el cuerpo.

Sucede lo inverso con el Iniciado que desarrolló pensamientos de paz, amor, fe, altruismo, etc. Vive siempre radiante de alegría y energía y su presencia es una bendición de Dios en su ambiente.


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